Deporte y prevención de muerte súbita
Actualizado: 25 jul 2020
Es sabido que la práctica del deporte constituye un hábito saludable que disminuye el riesgo de una enfermedad cardiovascular. Sin embargo, su práctica en forma competitiva se ha asociado con arritmias, tanto ventriculares como supraventriculares. Más específicamente con fibrilación auricular (FA), flutter auricular, disfunción del nodo sinusal y eventualmente taquicardia ventricular. El uso rutinario de pruebas médicas de evaluación en atletas amateurs se ha ido incrementando recientemente.
La causa de muerte súbita en atletas de alto rendimiento continúa siendo materia de debate pero se acepta como hecho que las causas más comunes son la miocardiopatía hipertrófica y la displasia arritmogénica del ventrículo derecho.
En personas mayores de 35 años, la causa más común parece ser enfermedad coronaria.
En muchas ocasiones, la primera indicación de riesgo de muerte súbita puede ser un episodio de sincope en el contexto de la práctica de un deporte. Independientemente del grado de entrenamiento, este evento debe evaluarse con electrocardiograma (ECG), eco cardiograma, y una prueba de esfuerzo.
En casos seleccionados se deberá utilizar angioTAC coronario o resonancia magnética (RM) para identificar anomalías coronarias congénitas o áreas de fibrosis miocárdica respectivamente.
Es conocido que el entrenamiento sostenido de resistencia conduce a cambios estructurales y eléctricos en el corazón de los atletas.
Los casos de muerte súbita ocupan los titulares de la prensa deportiva, especialmente cuando ocurren en deportistas bien entrenados y con un excelente rendimiento deportivo que, desgraciadamente, desconocían que eran portadores de manera silente (silenciosa) de enfermedades cardiovasculares potencialmente letales, a pesar de haber sido sometidos a distintos controles médicos durante su vida deportiva.
La práctica deportiva presupone un razonable estado de salud. En el caso del deporte de élite o de gran resistencia, el deportista se erige como símbolo de actividad y vigor. En consecuencia, la muerte súbita del deportista aparece como un episodio especialmente sorprendente y traumático.
CAUSAS
Entre el 74 y 94% de las muertes no traumáticas ocurridas durante la práctica deportiva se deben a causas cardiovasculares. Existen datos que sugieren que la realización de una actividad deportiva intensa incrementa sensiblemente el riesgo de padecer una muerte súbita. De hecho, las personas que practican actividad deportiva intensa presentan una incidencia mayor que las no deportistas: 1.6 muertes por 100,000 frente a 0.75 por 100,000.
No parece existir una definición universalmente aceptada de la muerte súbita del deportista, aunque generalmente se considera como aquella que aparece de forma inesperada, por causa natural, no traumática ni violenta y en un corto período de tiempo, y cuyos síntomas aparecen durante o en la hora siguiente a la práctica deportiva.
La patología cardiovascular, al igual que en la población que no practica deporte, es la causa más frecuente de muerte súbita. Las patologías predominantes fueron la enfermedad ateromatosa coronaria, la patología arritmogénica, la miocardiopatía hipertrófica.
También es alarmante que existe un número de muertes de causa indeterminada. Su explicación podría estar en los principales mecanismos involucrados en la muerte súbita que guardan relación con los cambios hemodinámicos y electrofisiológicos que se producen durante el ejercicio, y que además pueden ser distintos según el tipo de ejercicio realizado.
Durante el ejercicio físico se produce un aumento de las catecolaminas circulantes, que se ve incrementado por el estrés que genera la competición y que exagera las respuestas de la tensión arterial, de la frecuencia cardíaca y la contractilidad miocárdica, con el consiguiente incremento del consumo de O2 miocárdico. Por otra parte, la estimulación simpática puede por sí sola favorecer la aparición de arritmias o agravar una situación de isquemia miocárdica subyacente.
La edad condiciona la prevalencia de la muerte súbita durante la actividad deportiva, y en los menores de 35 años el riesgo es excepcionalmente pequeño mientras que en los mayores de 35 años el riesgo de sufrir una muerte súbita es mayor.
PREVENCIÓN
El principal objetivo del reconocimiento cardiológico pre competitivo debe ser detectar de forma precoz aquellas patologías cardíacas capaces de constituir un riesgo de muerte súbita.
Los aspectos fundamentales en el reconocimiento preliminar del deportista serían:
- Molestia precordial durante el ejercicio. - Síncope no aclarado. - Disnea (falta de aire) desproporcionada por el esfuerzo realizado. - Detección de soplo cardíaco. - Hipertensión Arterial. - Muerte Súbita no explicable en familiares antes de los 50 años de edad. - Antecedentes familiares de primer grado de enfermedad cardíaca.
Sería recomendable completar el reconocimiento cardiológico por exploraciones complementarias no invasivas (además de electrocardiograma) como una prueba de esfuerzo y un eco cardiograma doppler que puedan ayudar a realizar un mejor diagnóstico de patología cardíaca.
La identificación de los sujetos con alguna afectación detectada en el reconocimiento, permitirá apartarlos de la práctica deportiva con el fin de reducir tal riesgo y posiblemente prevenir una muerte súbita.
No obstante, la muerte súbita es por desgracia un fenómeno constatado y en estrecha relación cronológica con la actividad deportiva (la mayoría de los eventos ocurren durante o inmediatamente después del entrenamiento o la competición).
Sería importante difundir entre la población deportiva de las maniobras de resucitación cardiopulmonar básica y la instalación de desfibriladores semiautomáticos en todos los lugares donde se concentran las actividades deportivas (polideportivos, gimnasios, campus universitarios, etc.).
Créditos:
Quirónsalud.es
Dr. Ignasi Duran
Dr. Josep Massó
Cardiólogos Hospital Quirón salud Barcelona
Nota Original AQUÍ
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